viernes, 8 de octubre de 2010

Caso Clínico aplicado a la Enfermería



Una enfermera llama a una colega solicitándole los servicios de una persona idónea para cuidar a un anciano dependiente: no controla esfínteres y necesita ayuda para alimentarse. Su colega piensa enviarle a una mujer que acaba de llegar al servicio, a la cual no conoce mucho de ella y lo único que le reconoce es la poca paciencia que tiene. Argumenta para sí misma que como es un anciano el que recibirá los cuidados poco o nada puede darse cuenta de lo que está sucediendo y el beneficio económico que les deja este servicio es más importante”.

El principio transgredido en la situación anterior es el de No Maleficencia: La enfermera no contaba con el personal indicado para dar la atención que se le solicitaba y en vez de rechazar el trabajo en pro de la salud y bienestar del adulto mayor, decide aceptarlo solo por el beneficio económico que recibiría de éste. Es más, ella actúa sabiendo que lo que está haciendo no es lo correcto pero lo justifica diciendo que como es un adulto mayor el que recibe los cuidados y por ende los malos cuidados también, no tiene relevancia que la persona que lo atienda no sea la indicada.

Las posibles opciones que podría haber elegido eran que no teniendo a la persona indicada para cuidar a un adulto mayor dependiente, diera la recomendación de donde podrían encontrar a una persona con esas características. También podría haberse comprometido a avisar en caso de que encontrara a alguien con esas características.

Respecto a las características de las personas que cuidan de un adulto mayor, es un tema importante para nosotros como enfermeros. Existe un aumento en el número de población adulta mayor: la esperanza de vida se ha prolongado pero a su vez las enfermedades crónicas se han hecho más evidentes. Por esto la necesidad de contar con un personal capacitado para atender las necesidades de esta población se hace fundamental para satisfacer sus necesidades sin transgredir sus derechos respetándolos en consecuencia de los principios bioéticos.

-     Autonomía: al adulto mayor con frecuencia se le ve como una persona incapacitada para tomar decisiones respecto a su salud como por ejemplo recibir o no un tratamiento. Es como si al no poder satisfacer por si mismos sus necesidades o necesitar apoyo para hacerlo, perdieran su autonomía y pasaran a ser vistos como niños. Se debe evitar el paternalismo, prestando atención a los gustos o preferencias de nuestros pacientes, respetando sus decisiones como lo haríamos con cualquier otra persona y no considerar el hecho de que sean ancianos como un factor que les impida tomar decisiones. Quizás necesitan ayuda para alimentarse pero perfectamente pueden decidir qué es lo que quieren comer.

-          No Maleficencia: respeto es la virtud que nos parece refleja el hecho de cumplir con este principio bioético. Saber que lo que hacemos en beneficio de nuestros pacientes no transgrede sus derechos y no afecta a su salud tanto física como mental. Los ancianos y más aún los dependientes, son muchas veces maltratados, donde los cuidadores actúan con maleficencia como en el caso clínico presentado anteriormente, donde el hecho de que la persona que lo cuidaría no tenía experiencia y más aún no tenía la paciencia como para atenderlo. Así se expone al adulto mayor a sufrir maltrato por ejemplo a orinarse por no controlar sus esfínteres o a no querer comer, donde la persona que lo cuida puede optar por dejarlo sin comida por evitarse un mal rato.

-          Beneficencia: en el caso presentado anteriormente, podemos desprender que este principio difícilmente sería cumplido si la enfermera envía al personal que tiene en mente. Una persona no preparada para la atención del adulto mayor es incapaz de actuar más allá del bien necesario, es decir más allá de darle la comida o de cambiarle los pañales, no tendría ninguna motivación para hacer más del bien necesario o esperado; por ejemplo, sacarlo a pasear, conversarle, escucharlo y respetar sus decisiones.

-          Justicia: tratar con equidad y según las necesidades a cada adulto mayor es necesario para respetar sus derechos. Saber que el hecho de tener varios años encima, experiencia y alguna enfermedad no es sinónimo de perder derecho. Los adultos mayores necesitan que se les entregue dignamente una atención de calidad, como la merece cualquier persona.


Finalmente, creemos que como lo refleja el caso anterior, muchas veces se considera al adulto mayor como una persona que no notará lo que está sucediendo a su alrededor, por lo que difícilmente podrá reclamar si algo no se hace adecuadamente. Este erróneo pensamiento lleva a entregar cuidado deficiente y más aún anular las preferencias de nuestros pacientes. Como toda atención que entregamos, debemos respetar los principios bioéticos, indiferentemente si estaos frente a un niño, una mujer o un anciano. Respetándolos nos hace desarrollar la excelencia en nuestro quehacer.




Adjuntamos unos archivos de respaldo que nos parecen interesantes para este tema.

                                                                                         

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